¿Quién es?
Nacida en Valencia, creció en el barrio de Benimaclet y hoy vive en Torrefiel. Su historia con la peluquería empezó antes de que pudiera sostener unas tijeras… Desde bien pequeña, Mar no tenía dudas: mientras sus hermanas jugaban a ser secretarias, ella ya era la peluquera oficial de la familia y del vecindario. Con 8 años, tenía claro que su camino estaba en la peluquería, y a los 14 ya estaba estudiando para convertir su pasión en profesión. Nunca se ha planteado otra opción. Para ella, la peluquería es una mezcla de arte, creatividad y conexión con las personas, algo que no se aprende en los libros, sino que se siente en cada corte, en cada color, en cada conversación con una clienta. A través de su negocio, que tiene ya desde hace más de 20 años, ha consolidado una visión muy particular de la peluquería: no solo transformar el cabello, sino también la manera en que sus clientas se ven a sí mismas.
¿En qué se diferencia su salón de una peluquería tradicional?
El salón de Mar no es solo un lugar donde la gente se arregla el pelo, sino un espacio de transformación y empoderamiento. Todo empieza con la experiencia del cliente: desde la forma en que se recibe a las clientas hasta los pequeños detalles como ofrecer un café o asegurarse de que cada persona esté cómoda; no se trata solo de cortar o teñir, sino de salir sintiéndote mejor, con seguridad y confianza. Muchas mujeres llegan buscando una metamorfosis, a veces exterior, pero en realidad también buscan algo más profundo. Y ahí es donde entra el empoderamiento: no es solo verse bien, sino sentirse bien. Esto se hace aún más evidente en su trabajo con mujeres y hombres que sufren alopecia o pérdida de cabello debido a tratamientos como la quimioterapia. En su salón, Mar ha introducido las microlíneas, una técnica que permite recuperar volumen y densidad de manera natural, sin recurrir a pelucas tradicionales. Hay clientas que llegan sin pelo y se van con una sonrisa y lágrimas en los ojos. No solo el equipo de Mar les devuelve su imagen, sino parte de su autoestima. Para reforzar este acompañamiento, organiza encuentros entre mujeres que ya llevan microlíneas y aquellas que están considerando esta solución. «Es un momento mágico. Se apoyan entre ellas, comparten su experiencia, y se dan cuenta de que no están solas», explica Mar.
¿Cómo empodera a las mujeres?
El equipo de Mar es clave en todo esto. Así que su desarrollo continuo es imprescindible: el salón funciona con un sistema de formación continua, donde cada estilista pasa por diferentes etapas: primero aprenden técnicas básicas, luego avanzan a coloración y finalmente a trabajos más complejos como las mechas. No es solo cortar el pelo, es enseñar a trabajar con metodología, con visión, con empatía. También tienen reuniones semanales para evaluar qué mejorar y formaciones mensuales con expertos. Para Mar es importante que todas avancen juntas, que nadie se estanque.
Más allá de su salón, Mar colabora con iniciativas como Mechones Solidarios, que recoge cabello para fabricar pelucas destinadas a personas en tratamiento oncológico, y el salón trabaja con Farmamundi una asociación de cooperación y acción humanitaria. Mar también forma parte de EVAP y Mujeres que Suman en Valencia, dos grupos de apoyo entre mujeres emprendedoras donde todas comparten la misma meta: ayudarse y crecer juntas. Mar Chancosa ha logrado algo más que dirigir una peluquería: ha creado un espacio donde la belleza, el bienestar y el empoderamiento caminan de la mano. Y todo, con un toque de humor y mucha pasión por su oficio.
Dato de color 😊
Está el famoso «cambio» que muchas clientas piden de forma espontánea. Mar, con su humor característico, explica que hay dos tipos de «cambio»: el que realmente quieren y el que creen querer en un momento de locura. «Si una clienta de toda la vida, que siempre ha sido rubia, entra un día diciendo que quiere el pelo negro azabache, yo la miro y le digo: ‘Vale, lo hablamos con un café en la mano’. No es que no quiera hacerlo, es que quiero estar segura de que no se arrepentirá al día siguiente», dice entre risas.